LA CAPACIDAD DEL SACRIFICIO

 


No todo el mundo es un asco y está podrido. No estamos viviendo sólo de las equivocaciones de los demás. También somos deudores de mucha generosidad y capacidad de sacrificio de los demás, y de renuncias grandes y pequeñas, todas heroicas. De personas que cuando entendieron que se les pedía un sacrificio, dijeron: “Aquí estoy”. Unos padres que ahorran para dar estudios a sus hijos, un negocio familiar que ha salido cuesta arriba, un padre que emigró a Francia para traer dinero, una familia que despide al militar en misión de paz en una nación lejana, un maestro que nos dedicó más tiempo que el que su sueldo le exigía, alguien que dio su vida para que hoy nosotros tengamos prosperidad y paz. Y un largo etcétera.
Es verdad que al principio de nuestra vida no hacemos más que recibir de los demás. Esta forma de vivir es propia de los niños, que necesitan alimento, protección, educación. Pero llega un momento de la vida en el que tenemos que aportar también nosotros algo al bien de los demás. No tenemos más remedio, si queremos una sociedad sana de personas maduras.
Hoy día está costando horrores incorporar a las nuevas generaciones a esa fase de la vida en la que no sólo “se recibe”, sino que también “se da”. En primer lugar, porque la gente joven tarda mucho en encontrar un trabajo y aportar algo a los demás. Ellos no tienen la culpa, pero es así. En segundo lugar, vivimos en una sociedad en la que todo, hasta el mínimo capricho, lo hemos convertido en un santo “derecho”, que tenemos que reclamar hasta que nos lo den. En tercer lugar, porque la sociedad competitiva impone la ley “del más fuerte”, no del “más generoso”.
Pocas cosas contribuyen tanto a tener ilusión por la vida como saber que todavía tengo algo que aportar al mundo, y estar dispuesto a sacrificarme por ello. Pocas cosas aseguran tanto el futuro de una sociedad o de una nación como  educar personas con capacidad de sacrificio. Y al mismo tiempo, pocas cosas se ven tan poco como el sacrificio y el esfuerzo.
¿Dónde aprende uno a sacrificarse por los demás? Desde luego, no en “Gran Hermano” y en la fauna que lo rodea. En general, tampoco se aprende en los libros. se contagia. Habrá que nadar contra corriente. Pero hace falta, es hoy urgente, enseñar a tener capacidad de sacrificio.

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