El sueño, para el cuerpo físico, es una muerte de todos los días, aparente e incompleta, durante la cual el espíritu no pierde su integridad, cesando solamente la actividad de los órganos de relación con el mundo exterior; más en compensación, el Espíritu, el sueño le abre las puertas de los sueños, hendijas más o menos grandes hacia la visión de extrañas escenas del mundo extraño del Más Allá, sus paisajes, de coloridos bizarros , sus luces intensas y maravillas, sus misteriosos habitantes. El sueño en si mismo, es un fenómeno físico, un estado de transición que conduce a los sueños – que son fenómenos de lucidez. Todo el mundo duerme, seres y cosas, por lo menos aparentemente. Un tercio de nuestra vida, como mínimo lo pasamos durmiendo. Durante el día y por la influencia del Sol, cuya luz destruye las emanaciones fluídicas maléficas, predomina el dinamismo de las fuerzas materiales, regidas por la inteligencia; más, cuando el Sol se va y cae la noche, pasan a impe