MARAVILLOSOS SON LOS SUEÑOS
El
sueño, para el cuerpo físico, es una muerte de todos los días, aparente e
incompleta, durante la cual el espíritu no pierde su integridad, cesando
solamente la actividad de los órganos de relación con el mundo exterior; más en
compensación, el Espíritu, el sueño le abre las puertas de los sueños,
hendijas más o menos grandes hacia la visión de extrañas escenas del mundo
extraño del Más Allá, sus paisajes, de coloridos bizarros , sus luces
intensas y maravillas, sus misteriosos habitantes.
El
sueño en si mismo, es un fenómeno físico, un estado de transición que conduce a
los sueños – que son fenómenos de lucidez.
Todo
el mundo duerme, seres y cosas, por lo menos aparentemente. Un tercio de
nuestra vida, como mínimo lo pasamos durmiendo.
Durante
el día y por la influencia del Sol, cuya luz destruye las emanaciones fluídicas
maléficas, predomina el dinamismo de las fuerzas materiales, regidas por la
inteligencia; más, cuando el Sol se va y cae la noche, pasan a imperar las
fuerzas negativas del Mundo Espiritual inferior y el cuerpo humano se adormece,
entonces, bajo su dominio.
El
sueño adviene para unos por una congestión cerebral (hiperemia de los vasos
sanguíneos del cerebro)
Para
otros, es justamente lo contrario: ocurre una anemia cerebral
(isquemia de los mismos vasos) lo que quiere decir que durante el sueño
los vasos se dilatan y desagotan la sangre del cerebro.
Al
lado de estas explicaciones está la teoría de las neuronas, células nerviosas
cuyas prolongaciones retraen durante el sueño interrumpiendo el paso de
la corriente vital, la que restablecen al despertar, distendiendo las referidas
prolongaciones y poniéndolas de nuevo en contacto.
El
sueño puede resultar también de una asfixia periódica del cerebro y, para el
viejo Aristóteles, adviene de la acción de las tomaínas existentes en los
residuos digestivos.
En
contraposición, hay otros que afirman que, justamente dormimos para
desintoxicarnos, siendo el sueño una función defensiva del organismo.
El
organismo físico, en la vigilia, gasta energías, que recupera en el
reposo del sueño. La ciencia descubrió que en el momento del sueño ocurre una
inversión de las ondas cerebrales, del cerebro posterior hacia el interior.
El
sueño, se da, con el abandono provisorio del cuerpo por el Espíritu, de la
misma forma que en la muerte, cuando el abandono es definitivo.
Veamos
diversas teorías científicas sobre los sueños:
Freud
dice que los sueños se originan en los deseos reprimidos: no pudiendo el
hombre satisfacerlos en la vida normal, se esfuerza en vivirlos cuando se
duerme.
Mauri
dice que los sueños resultan de los automatismos psicológicos; de
cerebraciones inconscientes o de asociaciones de ideas que, como es
natural, originan imágenes mentales.
Según
Saint – Denis en los sueños existe el desenvolvimiento natural y
espontaneo de una serie de reminiscencias.
Delboeuf
admite la conservación indefinida de impresiones que Richet bautizó con
el nombre de pantomnesia (reminiscencia universal)
Conan
Doyle admite solamente dos especies de sueños: los resultantes de experiencias
hechas por el Espíritu libre y las provenientes de la acción
confusa de las facultades inferiores, que permanecen en el cuerpo
cuando el Espíritu se ausenta.
Flammarión,
Rosso de Luna, Dunne, Lombroso, Materlink y muchos otros estudiaron también el
fenómeno y dejaron a cerca de él interesantes pero no concluyentes teorías.
Podemos
clasificar los sueños en dos categorías: los sueños subconscientes y los sueños
reales.
Los
sueños del subconsciente son reproducción de pensamientos, ideas e
impresiones que afectan nuestra mente en la vigilia; hechos comunes
de la vida normal que se registran en los recovecos de la memoria y que
durante el sueño, continúan preocupando al Espíritu, con mayor o menor
intensidad. Esos elementos, subiendo del subconsciente se empujan los
unos a los otros, si se puede decir así, y forman verdaderos enredos con
reminiscencias presentes y pasadas, tornando tales sueños casi siempre de
difícil comprensión, justamente por ser confusos, complejos extravagantes.
En
esos sueños subconscientes entran también otros factores, como: el temperamento
imaginativo o emocional del individuo, sus resabios, mayormente los de
naturaleza sexual, perturbaciones fisiológicas momentáneas, etc. Los
durmientes ven, en tales sueños, solo cuadros formados en su propia mente
subconsciente, puesto que tales sueños son únicamente producto mental inferior
de ellos mismos.
Finalmente,
lo que define y caracteriza, además de su aspecto confuso y
neblineo, es la incoherencia, la falta de nitidez, de luz, de colorido.
Los
sueños reales mientras el cuerpo físico reposa, el Espíritu pasa a actuar en el
plano espiritual, en el cual tiene más o menos libertad de acción, según su
propia condición evolutiva. Unos se conducen libremente, otros quedan en la
dependencia de terceros, más todos son atraídos hacia lugares que les son
afines o correspondientes.
Son,
por tanto, aquello que ve, oye o siente; los contactos que hace con personas o
cosas de esos lugares o esferas de acción y que constituyen los sueños reales
que, como bien se comprende, no son mas elaboraciones de la mente subconsciente
individual sino perfectas visiones, directas y objetivas de esos mundos,
verdaderos desdoblamientos, exteriorizaciones involuntarias del Espíritu.
Los
encarnados, sujetos coma están a las leyes que rigen el piano material, no se
liberan de ellas sino con la desencarnación y, por eso, así cuando están
exteriorizados durante el sumo, las leyes prevalecen manteniendo los velos de
oscuridad vibratoria entre los dos mundos.
Esa
es la razón porque los sueños, incluso los reales, son normalmente indistintos,
nebulosos, de difícil recordación. Por eso también es que cuando hay necesidad
de obviar ese estado de cosas, haciendo que los sueños sean más fácilmente
recordables, los agentes de lo invisible lanzan en la mente del durmiente
poderosas sugestiones, fácilmente transformables al despertar, en forma de
imágenes mentales y cuadros alegóricos representativos de las enseñanzas,
advertencias o experiencias que el durmiente debe recordar.
Acostumbran
también conducir al adormecido a regiones o instituciones del Espacio,
proporcionándole contactos y experiencias necesarias a su aprendizaje
espiritual, de los cuales el recuerdo, por el referido procedimiento, siempre
en alguna forma permanece.
Y si
eso acontece en relación a los Espíritus buenos, también sucede con los malos
que, valiéndose de la ley de afinidades vibratorias se apoderan de los
durmientes y los conducen hacia sus antros, inoculándoles o alimentando en sus
mentes desprotegidas ideas o tendencias maléficas.
Los
médiums, pues, que se guarden de esas infelices posibilidades, purificándose en
cuerpo y Espíritu para que su tonalidad vibratoria se eleve orando y vigilando
como el Divino Maestro recomendó.
Conforme,
empero, a su desarrollo espiritual, puede el Espíritu así desdoblado viajar por
varias regiones espirituales, verlas y comprenderlas, instruirse y penetrar
acontecimientos pasados o futuros del sector de los llamados sueños simbólicos
o proféticos.
En
ese mundo diferente, en el cual ingresamos diariamente, muchas cosas están a
nuestra disposición, como auxilio a nuestro esfuerzo evolutivo: material de
estudio, elementos de investigación, contactos reparadores, consejos e
instrucciones de amigos desencarnados o no y de instructores espirituales.
La
luminosidad, la nitidez, la claridad, la lógica y el colorido, he ahí las
características inconfundibles de esos sueños reales, únicos verdaderos.
Lo
que es necesario que tengamos durante esos sueños es una relativa conciencia de
lo que sucede, y eso solo podemos conseguirlo, normalmente, por medio de
continuados ejercicios de autoeducación y disciplina miento de la voluntad, los
que deben ser hechos diariamente, antes de adormecernos, y con un previo entendimiento
con el guía espiritual.
Pocos
son los que al despertar recuerdan esa vida exquisita que vivieron durante el
sueño. En general solo nos recordamos del último sueno, lo que antecedió al
despertar, y este mismo es luego borrado de la memoria con la sucesión de los
acontecimientos materiales inmediatos.
En
el libro Los Mensajeros Espirituales, capitulo XXXVII, André Luiz, refiriéndose
a los encuentros que se dan durante el sueño, dice: “Estas ocurrencias se dan
todas las noches por millares en los círculos terrestres. En la mayoría de los
hermanos encarnados el sueno apenas refleja perturbaciones fisiológicas o
sentimentales a las que suelen entregarse; sin embargo, existe un gran número
de personas que, con más o menos precisión, son aptas para desenvolver este
intercambio espiritual”.
Vivimos
actualmente en la carne con la pérdida de más de
un tercio de nuestra vida
consciente, la cual escapa a nuestro control por entre las brumas y el olvido
del sueño.
El
problema está, pues, en obtener de a poco ese dominio, viviendo
conscientemente, tanto de día como de noche, en la vigilia como en el sueño,
para que la luz de la verdad triunfe sobre las sombras de la muerte y para que
la vida se manifieste en su realidad de como es: eterna.
Otro
medio de conservar la conciencia al despertar es desarrollando el chacra
coronario.
Estas
facultades de lucidez, tan bellas y tan ostiles, abren a el
médium educado y consciente un mundo extraordinario de conocimientos y
revelaciones espirituales. Transforman al hombre en un ser diferente, dado que
le confieren el poder de vivir en dos mundos, incluso estando encarnado.
Ampliase para los ilimitados horizontes que abarcan mucho del Universo y le
permitirán comprender muchas de las grandezas de la Creación Divina.
Mas
es preciso educación y desenvolvimiento metódico y progresivo, lo que solo se
tornara posible cuando el Espíritu esté en condiciones de merito propio, cuando
sea digno de poder merecer la preciosa colaboración indispensable de los
asistentes espirituales competentes.
Muchos
procedimientos son utilizados para ese desenvolvimiento, siendo los más
comunes, para la videncia, por ejemplo, los del grupo de cristal o videncia,
esto es: la fijación de superficies lisas y brillantes como sean bolas de
vidrio, botellas o copas conteniendo agua, espejos, lentes, objetos de metal
pulido, fuentes de agua, borrones de tinta y la propia huía convenientemente
pulida.
No
habiendo mediúmnidad-tarea, ningún procedimiento material o artificial dará
resultado si, desde el punto de vista moral, o según las necesidades de su
propia evoluci6n, el individuo no fuere digno.
Las
superficies brillantes provocan una auto-hipnotización que nada resuelve en
definitivo, puesto que si los asistentes invisibles nada proyectan sobre tales
superficies nada podrá ser visto; sin embargo, los guías acostumbran aconsejar
a veces tales procedimientos con la intención de obligar al estudiante a
realizar ejercicios de concentración, familiarizándose con la disciplina
mental.
Acostumbran
también actuar directamente sobre los médiums en desarrollo, aumentando sus
vibraciones de la glándula pineal y proyectándoles durante el sueño o en el
semi-sueño cuadros simbólicos en el campo de la visión. Se valen también del
ambiente formado en las sesiones espiritas bien conducidas para producir tales
fenómenos, por tener en esas ocasiones, a su disposición, cargas poderosas de
fluidos apropiados a las formaciones ideo plásticas.
Mas,
repito, para el desenvolvimiento de esas facultades la condición esencial es la
reforma individual del médium con la purificación de sus pensamientos y actos,
porque de eso dependerá la elevación de su vibración periespiritual a un nivel
compatible con la producción de tales fenómenos, esto es, al nivel de las
vibraciones del piano espiritual.
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