APRENDE A PERDONAR
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Hoy en You Tube estuve viendo una de las canciones más populares de los años 80
La interpretaban Alaska y su grupo “Dinarama”: “Mil campanas suenan en mi corazón”. Y una de sus estrofas principales dice:
¡Qué difícil es pedir perdón!
Ni tu ni nadie puede cambiarme
¿Dónde está nuestro error sin solución?
¿Fuiste tú el culpable o lo fui yo?
¡Ni tu ni nadie puede cambiarme!
Esta es una de las “frases favoritas” de los jóvenes de todos los tiempos, “Nadie puede cambiarme”.
Si te digo la verdad, cada vez que escuchaba la canción, a mi me impresionaban más estas palabras
“¡Qué difícil es pedir perdón!”.
Creo que uno de los mayores problemas de la humanidad tiene que ver con el perdón.
He hablado sobre el perdón en varias ocasiones, pero creo que nunca había escrito algo así: Nadie puede perdonar a otros si no ha aprendido primero a perdonarse a sí mismo.
A veces podemos perdonar lo que otros hicieron, incluso podemos saber que Dios nos ha perdonado, ¡son dos pasos muy importantes, la mayoría de la gente ni siquiera los entiende! Pero si no nos perdonamos a nosotros mismos, es imposible que cambiemos nada, o que podamos disfrutar de la vida.
Nadie puede cambiarnos porque creemos que vivimos en una corriente que nos lleva a nuestro destino, y que no tiene remedio. No somos capaces de perdonar nuestras malas decisiones en el pasado, perdonarnos a nosotros mismos por haber dicho o hecho algo que nos cerró muchas puertas, perdonarnos por el mal que le hicimos a otros.
Tenemos que aprender a no “amar” la amargura que reina en nuestro interior contra otras personas, porque creemos que son culpables de la situación en la que nos encontramos. Somos difíciles de entender, tal y como nos dice un proverbio danés: “El fondo del corazón está más lejos que el fin del mundo” Muy pocas veces ni siquiera nosotros mismos conocemos las razones de lo que estamos sintiendo.
Saber que hay una posibilidad de cambiar, que Dios cree en nosotros.
Que El puede transformar nuestra vida. Que todos los errores tienen solución si nos ponemos en las manos de Dios. Eso sí que puede cambiar nuestra vida.
A veces la solución parece difícil de comprender, pero Dios puede hacer lo que a nosotros nos parece imposible.
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