HAY QUE DEJAR IR, OLVIDAR Y CONTINUAR NUESTRO CAMINO
Una de las
cosas más difíciles de los seres humanos es dejar ir, es abandonar en el pasado
lo que ya ocurrido y no podemos modificar…
Dejar atrás a las personas que amamos, a las que un día amamos, es un proceso sumamente complejo y algunas veces doloroso, no hay una receta para evitar ese dolor, las hay para indicarnos la manera de dejar ir en paz, pero no nadie dice que no sean dolorosas.
Lo que sucede con la mayoría de nosotros es que no conocemos el valor terapéutico del dolor. Si, esperamos que la vida funcione de manera sinvergüenza como algunas veces nosotros lo hacemos, pues no es así, la vida puede reconocernos que tenemos deseos de cambiar de actitud, pero nos ayuda con el dolor a recordar que muchos de nuestros actos tienen consecuencias, que no podemos ir por ahí dañando a los demás y a todo lo demás un día de repente te miras en un espejo real y te preguntas por lo que has hecho en la vida, si eres amable o grotesco y grosero al expresarte, si ayudas sin esperar a cambio o envidias los logros ajenos.
El dolor una manera de recordar todo el daño que hemos hecho en algún momento y de alguna forma.
En la tinta del tiempo, quedan grabadas cada una de las cosas que hemos hecho y lo que pensábamos al hacerlas…
Pero hoy es momento de asimilar el dolor, de reconocer nuestros errores y tratar de no repetirlos, es el momento de enmendar si es posible las heridas que hemos causado; hoy es el tiempo de avanzar aunque el dolor siga, su trabajo es repararnos, y no se ira de inmediato permanecerá ahí hasta que Dios lo considere necesario.
Aprender a vivir con las tristezas y a disfrutarlas, como se disfrutan las alegrías, es parte de aprender a comprender como funciona la vida, el dolor también se puede disfrutar de hecho es una sensación más intensa que la misma felicidad.
Pensemos un poco más en tratar de sepultar los dolores a como dé lugar, es como cuando nos da gripa y tratamos de apagarla con pastillas a tutiplén, algo así el organismo no se sana realmente, solo acumula su degradación.
Dejar atrás a las personas que amamos, a las que un día amamos, es un proceso sumamente complejo y algunas veces doloroso, no hay una receta para evitar ese dolor, las hay para indicarnos la manera de dejar ir en paz, pero no nadie dice que no sean dolorosas.
Lo que sucede con la mayoría de nosotros es que no conocemos el valor terapéutico del dolor. Si, esperamos que la vida funcione de manera sinvergüenza como algunas veces nosotros lo hacemos, pues no es así, la vida puede reconocernos que tenemos deseos de cambiar de actitud, pero nos ayuda con el dolor a recordar que muchos de nuestros actos tienen consecuencias, que no podemos ir por ahí dañando a los demás y a todo lo demás un día de repente te miras en un espejo real y te preguntas por lo que has hecho en la vida, si eres amable o grotesco y grosero al expresarte, si ayudas sin esperar a cambio o envidias los logros ajenos.
El dolor una manera de recordar todo el daño que hemos hecho en algún momento y de alguna forma.
En la tinta del tiempo, quedan grabadas cada una de las cosas que hemos hecho y lo que pensábamos al hacerlas…
Pero hoy es momento de asimilar el dolor, de reconocer nuestros errores y tratar de no repetirlos, es el momento de enmendar si es posible las heridas que hemos causado; hoy es el tiempo de avanzar aunque el dolor siga, su trabajo es repararnos, y no se ira de inmediato permanecerá ahí hasta que Dios lo considere necesario.
Aprender a vivir con las tristezas y a disfrutarlas, como se disfrutan las alegrías, es parte de aprender a comprender como funciona la vida, el dolor también se puede disfrutar de hecho es una sensación más intensa que la misma felicidad.
Pensemos un poco más en tratar de sepultar los dolores a como dé lugar, es como cuando nos da gripa y tratamos de apagarla con pastillas a tutiplén, algo así el organismo no se sana realmente, solo acumula su degradación.
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